Un bisnieto cuenta como fue cautivada y mutilada a los cinco años en Tapalqué por un terrateniente, tras la caída de Rosas en 1852
Walter Minor
walterhistorias@gmail.com
1915: Basilia y su esposo Luis Carestía |
Muchas veces el cúmulo de
información que soporta el lector de parte de los historiadores es
difícil de digerir. En el tema de la lucha entre blancos y nativos,
están los que se etiquetan como “pro indígenas” y todo lo que provenga
del otro bando es atropello y violación.
Por
otra parte, quienes siguen la vieja línea conservadora del civilizado y
el bárbaro, justifican cualquier cosa con tal de no cambiar nada.
Lo
real es que a medida que el tiempo pasó y las dos culturas se juntaron,
el nativo fue perdiendo la inocencia e inclusive parte de sus
costumbres, mientras que el blanco, conservó las suyas e inculcó lo peor
a estos.
Podríamos
discutir muchas horas y tal vez no llegaríamos a ningún acuerdo, pero
lo real es que hay un gran trecho recorrido entre el nativo que se cruzó
por primera vez con los conquistadores y el que fue absorbiendo el
rencor, el odio y hasta las malas artes a través de los años.
Por
este motivo, estimo que el análisis de cada acontecimiento hay que
hacerlo por períodos de tiempo y no “metiendo todo en la misma bolsa”.
Sin totalitarismo.
Real
es que el nativo cuenta con la desventaja de no haber dejado nada
escrito y eso dificulta mucho sus posibilidades de defenderse
históricamente, pero por contrapartida, tal vez encuentre su mejor
abogado en la imposibilidad de conquistar posesiones ajenas, por la
simple razón de que eran ellos los dueños de todo el territorio incluso
el usurpado que era considerado como línea de frontera..
En
este punto nos detenemos, tenemos en claro que el indígena era, sin
ninguna duda, el dueño de la extensa llanura, pero reconociendo que el
tiempo distribuyó buenos y malos de los dos bandos. En este contexto
pasamos a relatar un impresionante testimonio que nuestro amigo Julio
César Carestía, de la ciudad de Tapalqué, nos describe sobre su
bisabuela Basilia, una adorable mujer indígena a quien le robaron su infancia de la peor manera.
LA CAMPAÑA HASTA LA CAIDA DE ROSAS
Luis (hijo), con su esposa |
Ahora vamos a pintar un poco
el panorama y decir que hasta la derrota de Pavón, Rosas había gobernado
durante un largo período y se había ganado el respeto de gauchos e
indios. Continuamente entregaba caballos y ganado (así lo demuestran los
documentos), procurando que el nativo se integrara a las tareas
agrícolas y ganaderas.
Si
su plan tenía éxito, el nativo rotaría de nómada a sedentario en un
período de tiempo considerable, pues estaría obligado a establecerse
para cuidar de sus animales y siembra. Una vez logrado esto, sería fácil
continuar con la creación de pueblos sin recurrir a ningún exterminio
que liberara la zona, puesto que en posesión de territorio propio y el
sustento asegurado con su propio trabajo, el deambular debería terminar
en algún momento.
Estos
párrafos extraídos del libro Rosas y los Indios, cuya autora es Irma
Bernal, certifican (DOCUMENTADAMENTE), que los nativos estaban en
proceso de integración, cosa que muchos autores descartan u omiten.
“
En 1833, el comandante de Tapalqué escribía a Rosas: “El
cacique Raylef es hombre de mucho juicio y laborioso, tiene una chacra
bastante grande de maíz, porotos, zapallos, papas y otra porción de
cosas y sus indios casi todos trabajan y ningún vecino de Azul se queja
de él”
“El
cacique Llanquelén que fue a asentarse a Junín, también puso especial
empeño en el cultivo, llegando a tener una quinta de dos cuadras. El y
sus indios sembraban maíz, zapallos, sandías, duraznos y otras
variedades de plantas.”
Como
vimos en estos ejemplos (hay más), ya había algunos caciques que con su
gente se habían establecido definitivamente, mientras que otros
trabajaban en estancias y el resto continuaba como lanzas de apoyo para
el ejército nacional.
Pero
esta paz duró hasta que el ejército brasileño, las tropas del sobornado
Urquiza y los Unitarios, derrotaron a los Federales en la batalla de
Pavón. Inmediatamente a ese acontecimiento, los guerreros nativos que
habían peleado en el ejército de Rosas se dispersaron, quedando el resto
en los lugares en que tenían sus pertenencias.
Lo
que sucedió con los nativos de Tapalqué (Y NO DICEN LOS LIBROS), lo
cuenta Julio César Carestía a través de los recuerdos de su bisabuela
Basilia:
DOÑA BASILIA, UNA HEROÍNA DE LA PAMPA
Por Julio César Carestía (descendiente)
Julio César Carestía: bisnieto de Basilia |
Mi bisabuela, Doña Basilia
(Peralta por adopción), nació junto al prado del fortín de Tapalqué en
el año 1847. Era hija de progenitores etnia Het (pampas antiguos),
Querandí y Pehuenche, padre y madre respectivamente.
Mis
mayores dicen que después de la batalla de Caseros, en 1852, derrocado
Juan Manuel de Rosas, un frío amanecer de invierno, tropas invasoras
armadas conducidas por Peralta, partidario de nuevo régimen Unitario,
atacaron en forma sangrienta y por sorpresa a los ocupantes el asiento
aborigen, ubicado junto a la margen izquierda del arroyo, sito a la
altura de la hoy estación Altona, dando muerte a los indefensos nativos
de la toldería, incluidos los padres de Basilia. Al momento de
producirse los hechos su madre solo tenía dieciocho años y fue degollada
sin compasión.
En aquel momento la pequeña
Basilia de apenas cinco años, partió secuestrada por la familia Peralta,
el cual fundó su estancia en tierras de los ancestros de la niña.
En su largo cautiverio le fueron mutilados los talones para impedirle la fuga.
Su
adolescencia transcurrió en una estancia de crianza cerca de Las Flores
(entre los parajes de Campodónico y Velloso). Posteriormente siendo
algo así como criada redimida, formó su familia junto Luis Carestía
Friscoletti, inmigrante del noroeste de Italia, que había llegado a
estas praderas empleándose para desarrollar tareas con el ganado equino.
De dicha unión nacieron dos hijas mujeres (María y Rosa) y tres varones
(Aniceto Claro, Luis Pedro y Camilo).
Esta
guapa y sacrificada mujer falleció en 1955 de muerte natural a la edad
de 108 años, en casa de una de sus hijas, en la ciudad de Avellaneda.
Basilia fue una mujer muy sana. Enérgica, de buena estatura y porte erguido.
Al
final de sus días conservaba intacta su dentadura y todo el cabello
entrecano. Era de escasas palabras. Sufría mucho los entredichos de sus
hijos y esto le daba mucho miedo. En tales circunstancia hasta llegaba a
esconderse en la quinta de su hija Rosa de Gómez, en localidad de
Lobos.
pasados
los noventa años acarreaba leña y preparaba astilla con el hacha, Su
hijo Luis hábil con las manos trabajando el cuero, le elaboraba el
calzado especial (por suavidad y tamaño), para sus pies mutilados.
Recuerdo que Abuelita solía mencionar un refrán indígena pampa, que terminaba más o menos así: ……el peor enemigo nuestro es la desconfianza.
COMO ERA EL DESTALONAMIENTO
plantas de los pies mutiladas (no son de Basilia) |
Como
vimos, degüello y muerte fue el destino para estas personas indefensas,
cuyo único pecado había sido establecerse para sembrar y criar ganado.
La excusa de un alineamiento político servía para apoderarse de
propiedades que luego dieron origen a grandes fortunas y al
consiguiente "prestigio social".
A
los jóvenes y niños no los mataban porque eran mano de obra útil y
gratis, entonces eran reducidos a servidumbre. Esto, a pesar de que en
los papeles y solamente en los papeles, la esclavitud se abolió en 1813.
Para
evitar que las personas privadas de su libertad huyeran, se le
seccionaban la base de los talones. La acción consistía en cortar con
una cuchilla un buen pedazo de carne de esa zona. Ese sector, una vez
cicatrizado, no tenía el espesor necesario para que el mutilado pudiese
correr. Si lo hacía, el dolor era insoportable y seguramente perforaría
la zona al apoyarla violentamente.
Esta
costumbre que se le atribuyó solamente al “indio”, también era práctica
común en el “civilizado”, pero en mucho mayor medida, pues los nativos
jamás mataban ni mutilaban niños, cosa que hizo Peralta con Basilia, que
solo tenía cinco años.
(Peralta
tiene en realidad un conocido doble apellido de mucha influencia en la
fundación de un partido costero. Omito mencionarlo, voluntariamente,
respetando el expreso pedido de Julio para no crear rencores.)
DESCENDENCIA
Nuestro comentarista, Julio César Carestía, nació en 1940 y es el primer bisnieto de Doña Basilia.
Descendiente
directo de Luis Pedro Carestía, un criador y cuidador de caballos pura
sangre y elaborador de aperos para la caballada, que luego de retirarse
de la actividad fue comerciante en Tapalqué; casado con Carmen
Paternostro de cuales nacieron seis hijos: José E. casado con Hilda E
Sabbatini; Luisa B. c/c Lucio E. Livio; Carmen c/c Delfino Álvarez;
Otilia c/c Cholo Vazzano; Astilbe c/c Raquel Brelles; Alcides c/c Chichi
Bruno nieta de Don Nico Bruno. Esta lista totaliza 6 nietos, 17
bisnietos 93% nacidos en Tapalqué y más de 45 tataranietos, solamente de
la línea directa de Luis Pedro Carestía.
UN BISNIETO DE ORIGINARIOS Y EL 12 DE OCTUBRE
Ya
finalizando nuestro encuentro, Julio se toma un tiempo para reflexionar
sobre las injusticias que ya llevan muchos años y dice........
Y otra vez 12 de octubre.... ahora del 2011....
¿Y el Cnel. Nicolás E. Granada que?...
Para
nada es motivo de orgullo llamar a la plaza principal de Tapalqué
Adolfo Alsina. Este señor fue el protagonista, tristemente célebre, de
haber impulsado en 1876 la ejecución de La Zanja divisoria entre
cristianos e indígenas que permitió así anexar casi seis millones de
hectáreas fértiles, para pertenencia del usurpador blanco.
Un
poco más o un poco menos, todos nuestros “ilustres” predecesores,
aunque de distintos bandos siempre jugaron en contra de los nativos. Así
lo hicieron Colonialistas, Militares, Federales, Unitarios,
Conservadores, etc.
Saludo
ser nacido en Tapalqué. Este suelo palpitará por siempre y sus venas
son el pedregoso y manso arroyo que surca esta pampa. Suelo y aguas son
testigo de injusticias, dolor y padecimientos sufridos, por los seres
originarios, sin que jamás llegue el día de gloria para ellos.
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Sentados
y de anteojos, Don Nico Bruno y su esposa; quintero y comerciante de
Tapalqué, su actividad mercantil consistía en trasladar en carros
mercadería y vicios desde Olavarría, que luego en Tapalqué vendía por
mayor. En la época activa contaba con familiares de Olavarría que
gestionaban y arreglaban el paso por territorio indígena.
1 comentario:
El libro de la Escuela 25 formando parte de este blog. En sus páginas se analizan y describen parte de hechos históricos trascendentes para nuestro lugar y que tienen vinculación con nuestros orígenes. Gracias Walter por haber trabajado desinteresadamente en la reconstrucción de la historia fundacional de nuestra escuela.
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