Walter Minor
Walterhistorias@gmail.com.
Excelente introducción al libro “La Pipa sagrada”
(Sioux), hecha por Frithjof Schuon
Toro Sentado |
Algunos autores se creen en la obligación de poner en duda el
que la tradición india posea la idea de Dios, y esto porque creen descubrir en
ella un «panteísmo» o «inmanentismo» puro y simple; pero este error no es
debido sino al hecho de que la mayor parte de los términos indios que designan
a la Divinidad se aplican a todos los aspectos posibles de ésta, y no a su solo
aspecto personal; Wakan-Tanka —el «Gran Espíritu»— es Dios, no sólo en
cuanto Creador y Señor, sino también en cuanto Esencia impersonal.
Este nombre de «Gran Espíritu», como traducción de la palabra
Sioux Wakan-Tanka y de los términos similares en otras lenguas indias, a
veces da lugar a objeciones; sin embargo, si Wakan-Tanka —y los
términos correspondientes— puede también traducirse por «Gran Misterio»
o «Gran Poder Misterioso» (o incluso «Gran Medicina»), y «Gran Espíritu»
no es, sin duda, absolutamente adecuado, esta última traducción es, no
obstante, del todo suficiente; es cierto que la palabra espíritu posee
cierta indeterminación, pero presenta la ventaja de no implicar ninguna
restricción, y esto es exactamente lo que conviene al término
«polisintético» de wakan. La expresión «Gran Misterio» propuesta por algunos
como traducción de Wakan-Tanka—o de los términos análogos en otras
lenguas indias, tales como Wakonda o Manito—, no aclara
mejor que «Gran Espíritu» la idea que se trata de reflejar, pues la
palabra «misterio» no expresa en suma más que una cualidad extrínseca;
por lo demás, lo que importa es la cuestión de saber, no si el término indio
expresa exactamente lo que nosotros entendemos por «espíritu», sino si la
idea expresada por el término indio puede traducirse por «espíritu» o
no.
Hemos dicho anteriormente que el «Gran Espíritu» es Dios, no
sólo en cuanto Creador y Señor, sino en cuanto Esencia impersonal; añadiremos
que, inversamente, es Dios, no sólo como puro Principio, sino también como
Manifestación: Así pues, Él es Dios como tal y en Sí mismo, y por consiguiente
Dios como Manifestación cósmica, si está permitido expresarse así, y por
último, Dios como reflejo de Sí mismo en esta Manifestación, es decir, como
sello divino en lo creado.
Lo que acabamos de decir se desprende de modo necesario del
uso mismo que hacen los indios de la mayor parte de los términos que designan
al «Gran Espíritu»; pero, aparte de esto, los sioux establecen explícitamente
una distinción entre los aspectos esenciales de Wakan-Tanka: Tunkashila
(«Abuelo») es Wakan-Tanka en cuanto éste se halla más allá de toda
manifestación, e incluso más allá de toda cualidad o determinación, sea cual
sea; Ate («Padre»), por el contrario, es «Dios en acto»: el Creador, el
Sustentador y el Destructor. De modo análogo distingue, en lo que concierne a
la «Tierra», a Unchi («Abuela») e Inâ («Madre»): Unchi es la
sustancia de todas las cosas, mientras que Inâ es su acto creador
—considerado aquí como un «alumbramiento»—, acto que produce, conjuntamente
con la «inspiración» por Ate, a todos los seres.
Pueblo Sioux en el río Laramie - Nebraska 1874 |
A través de las especies animales y de los fenómenos
fundamentales de la Naturaleza, el indio contempla las esencias angélicas y las
Cualidades divinas: en este orden de ideas, citaremos las consideraciones
siguientes de una carta de Joseph Epes Brown: «Es difícil, para aquellos que
consideran la religión de los hombres rojos desde el exterior, comprender la
importancia que tienen para ellos los animales y, de modo general, todas las
cosas que contiene el Universo. Para estos hombres, todo objeto creado es
importante, por la sencilla razón de que conocen la correspondencia metafísica
entre este mundo y el «Mundo real».
Ningún objeto es para ellos lo que parece ser sólo según las
apariencias; no ven en la cosa aparente más que un débil reflejo de una
realidad principial3. Por esto toda cosa es wakan, sagrada, y posee un
poder, según el grado de la realidad espiritual que refleja; así, muchos
objetos poseen un poder para el mal, tanto como para el bien, y todo objeto es
tratado con respeto, pues el «poder» particular que contiene puede ser
transferido al hombre; los indios saben bien que no hay nada, en el Universo,
que no tenga su correspondencia analógica en el alma humana. El indio se
humilla ante toda la Creación, sobre todo cuando «implora» (es decir, cuando
invoca ritualmente al Gran Espíritu en soledad), porque todas las cosas
visibles han sido creadas antes que él (anterioridad que, desde el punto de
vista de determinado simbolismo de las criaturas, tiene también un sentido
puramente principial) y que, por ser sus antepasados, merecen respeto; pero el
hombre, aunque haya sido creado en último lugar, es, no obstante, el primero de
los seres, pues sólo él puede conocer al Gran Espíritu (Wakan-Tanka)
Estas consideraciones permitirán comprender mejor cómo toda
cosa «característica», es decir, que manifiesta una «esencia», es wakan,
«sagrada».
Creer que Dios es el sol, es ciertamente un error totalmente
«pagano» —y ajeno al pensamiento indio—, pero es igualmente absurdo creer que
el sol no es nada más que una masa incandescente, es decir, que no «es» Dios de
ningún modo. Podríamos, también, expresarnos de la manera siguiente: wakan es
lo que es íntegramente conforme a su propio «genio»; el Principio es Wakan-Tanka, es decir, lo que es absolutamente «Sí mismo»; y por otra
parte, el sabio es aquel que es perfectamente conforme a su «genio» o a su
«esencia»; ésta no es otra que el «Gran Espíritu» o el «Gran Misterio».
Es wakan,
«sagrado», lo que permite «conformarse » directamente a la Realidad divina; el
hombre es wakan cuando su alma manifiesta lo Divino con la evidencia
espontánea y fulgurante de las maravillas de la Naturaleza: los elementos, el
sol, el relámpago, el águila, el bisonte, el oso, las montañas, los
torrentes,las estrellas, y así sucesivamente. Por esto la cobardía —especie de
abandono de la «personalidad»— es el pecado por excelencia; y esto explica
también el «individualismo» aparente o real de los indios, actitud que,
partiendo de la «personalidad cual itativa», ha terminado por convertirse en un
individualismo arriesgado.
En cuanto al conocimiento del «Gran Espíritu», que solo el
hombre, entre todas las criaturas terrestres, puede alcanzar, Hehaka Sapa lo
definió un día en estos términos:«Soy ciego y no veo las cosas de este mundo;
pero cuando la luz viene de Arriba, ilumina mi corazón y puedo ver, pues el Ojo
de mi corazón ( Chante Ishta) lo ve todo. El corazón es el santuario en
cuyo centro se halla un pequeño espacio en el que habita el Gran Espíritu, y
éste es el Ojo (Ishta). Éste es el Ojo del Gran Espíritu por el que Él
ve todas las cosas, y por el que le vemos. Cuando el corazón no es puro, el
Gran Espíritu no puede ser visto, y si hubierais de morir en esta ignorancia,
vuestra alma no podrá regresar inmediatamente a Su lado, sino que deberá
purificarse mediante peregrinaciones a través del mundo. Para conocer el Centro
del corazón en el que reside el Gran Espíritu, debéis ser puros y buenos, y
vivir según la manera en que el Gran Espíritu nos ha enseñado. El hombre que,
de este modo, es puro, contiene al Universo en la bolsa de su corazón (Chante
Ognaka).»
Alce Negro: Chaman Sioux |
No podríamos hacer nada mejor, antes de comentar sumariamente
el simbolismo delCalumet, que citar la explicación que de él ha dado Hehaka
Sapa en su primer libro(Black Elk Speaks): «Lleno la Pipa sagrada con la
corteza del sauce rojo; pero antes de que la fumemos, debéis ver cómo está
hecha y qué significa. Estas cuatro cintas que cuelgan del cañón son las cuatro
Regiones del Universo: la negra representa el Oeste, en el que viven las
criaturas del Trueno para enviarnos la lluvia; la blanca representa el Norte,
de donde viene el gran Viento Blanco que purifica; la roja representa el Este,
de donde brota la luz y donde mora el Lucero del alba a fin de dar la sabiduría
a los hombres; la amarilla representa el Sur, de donde viene el verano y el
poder de crecer.
Pero estos cuatro espíritus no son en suma más que Un
Espíritu, y esta pluma de águila simboliza el Uno,
que es como un padre; pero representa, también, los pensamientos de los
hombres, que deben elevarse hacia las alturas como hacen las águilas. ¿No es el
Cielo un padre, y la Tierra una madre, y todos los seres vivientes sus hijos,
ya tengan pies, alas o raíces? Y este cuero de la boquilla, que ha de ser de
piel de bisonte, indica la Tierra, de la cual venimos y de cuyo seno nos
nutrimos toda la vida, semejantes a recién nacidos, con todos los animales,
pájaros, árboles y hierbas. Y porque significa todo esto, y más de lo que
ningún hombre puede comprender, la Pipa es sagrada.»
Cuando el indio lleva a cabo el rito del Calumet, saluda al
cielo, a la tierra, y a los cuatro puntos cardinales, ya sea «ofreciéndoles» la
Pipa, cuyo cañón presenta, como lo quiere, por ejemplo, el ritual de los sioux,
ya dirigiendo el humo hacia las direcciones indicadas y a veces también el
«fuego central»5 —el agni védico— que arde ante el oficiante; el orden
de estos gestos puede variar, pero su plan estático es siempre el mismo, ya que
constituye el esquema doctrinal, dogmático si se quiere, que será actualizado
por el rito.
Conforme a algunos usos rituales, comenzaremos nuestra
enumeración con el Oeste: este «Viento del Oeste» trae el trueno y la lluvia,
es decir, la Revelación y también la Gracia; el «Viento del Norte» purifica y
da la fuerza; del «Este» viene la Luz, y, por tanto, el Conocimiento, que,
según la perspectiva india, están en relación con la Paz; el «Sur» es la fuente
de la Vida y del Crecimiento; allí es donde empieza el «buen Camino rojo», la
Vía de la dicha y la felicidad. Así es como el Universo depende de cuatro determinaciones
primordiales, a saber: el «Agua», el «Frío», la «Luz», y el «calor»; la
primera, el «Agua», no es otra cosa que el aspecto positivo de la oscuridad,
que normalmente debería oponerse a la luz como el frío se opone al calor; el
aspecto positivo de la oscuridad es, en efecto, su cualidad de «sombra» que
protege contra la fuerza desecante del sol y que produce o favorece la humedad;
es necesario que el cielo se oscurezca antes de poder dar la lluvia, y que Dios
manifieste la Cólera —el trueno— antes de conceder la Gracia, cuyo símbolo
natural es la lluvia.
En cuanto al «frío» —del Viento santificante y
purificador que da la fuerza»—, su aspecto positivo es la pureza, de modo que
podría oponerse la «Pureza» del Norte al «Calor» del Sur como se opone la
«Lluvia» del Oeste a la «Luz» del Este; la relación entre el «Frío» y la
«Pureza» es evidente: las cosas inanimadas y, por tanto, «frías», es decir, los
minerales, no están sujetas a la corrupción como los seres animados y, por
tanto, «calientes». La «Luz» del Este, ya lo hemos dicho, es el «Conocimiento»;
el «Calor» es la «Vida» y, por consiguiente, el «Amor» y también la «Bondad»,
la «Belleza», la «Felicidad». (termina en la proxima entrega)
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