PRIMERA CRONICA DE VIOLACION A UNA MUJER NATIVA EN OLAVARRIA. (ACCIONAR QUE AÚN CONTINÚA SIENDO COSTUMBRE EN EL PAIS)
Walter Minor
Mail: walterhistorias@gmail.com
Fuerte Lavalle Sur, también llamado Sanquilcó |
Cuando se habla de integración, igualdad o derechos
humanos, los pueblos originarios nunca están contemplados dentro de los grupos que
son beneficiarios de dicha protección. Es más. Pareciera ser que el hecho de haber
sido los antiguos dueños de estas tierras, es un motivo valedero para mantenerlos marginados
y explotados.
Nuestro nativo, cuya historia se conservó entre
ellos por medio de la tradición oral, careció siempre de escritura y todo lo
que podemos saber de él, paradójicamente se remonta a la visión que dejara
sobre el papel su opresor.
Sin embargo, a pesar de esta carencia, que lo coloca en un plano de desprotección al
momento de debatir en igualdad de condiciones la historia, siempre hubo
testimonios de habitantes, que simpatizando con los ellos, dejaron plasmados documentos
a los que muy pocas personas tuvieron acceso.
Durante muchísimos años, nuestro pasado estuvo
oficialmente escrito y no se permitió hacer ningún planteo. Si esto ocurría,
aparecía de inmediato la reprimenda en el ámbito educativo para cortarlo de
raíz. “Los próceres no se discuten ni se dibujan”, me dijeron cierta vez de muy
mala forma en la escuela primaria, cuando tenía solo ocho años.
Por suerte, esto se fue revirtiendo desde hace, más o menos, tres décadas y en base a un acceso más facilitado a las
dormidas fuentes documentales, aparecieron un buen número de “curiosos” que van
buscando desempolvar la otra historia. La desconocida. La verdadera. La que nunca
nos contaron.
El relato de hoy forma parte de esa realidad oculta.
Es el secuestro y violación de una joven nativa ocurrida en un Fuerte de nuestro
partido durante el año1875. Tal vez sea este el primer hecho, o al menos el
mejor documentado que se puede hallar dentro de territorio olavarriense. Los detalles los brindó un sacerdote que
estaba misionando en la zona, quien es sus párrafos deja ver que los maltratos y
las cautivas no eran aberraciones exclusivas del originario, como siempre nos contaron,
sino que mas bien pertenecían al blanco. El que tenía el poder de la escritura.
Olavarría en 1875
Bautizando nativos para quitarles su identidad |
En 1875, Olavarría entraba en el octavo año de su
fundación. Eran días muy agitados y el esfuerzo de los nativos por conservar
las tierras estaba a muy escaso tiempo
de acabar en fracaso.
Todavía estaba fresco el recuerdo de lo acontecido a
finales de 1874, cuando luego de la revolución provocada por Bartolomé Mitre,
el cacique Cipriano Catriel fue asesinado y luego decapitado por su propia
gente.
Ellos, que habían padecido una tiranía, apoyada por
los jefes de frontera durante siete largos años, encontraron la situación
propicia para deshacerse del cacique y no la desaprovecharon.
Cipriano se había adaptado totalmente a la vida del
blanco e inducido a su tribu a someterse a nuevas costumbres. Este acoplamiento
a costumbres opuestas, equivalía sin dudas a perder las propias, entre ellas, las
religiosas.
Ante estas facilidades, la iglesia, que jamás
consideró la posibilidad de que existiera otro culto que no fuera el católico,
había llegado a los toldos de Nievas a principio de 1874 durante el cacicazgo
del mencionado Cipriano, para evangelizar de forma compulsiva a cualquier cosa
que caminara sobre dos pies y hablara. La calidad de ese proyecto no importaba,
porque lo valioso para ellos era la cantidad.
Fueron los sacerdotes Jorge Salvaire y Fernando
Meister quienes se radicaron entonces en Azul, para desde allí realizar la
primera parte de la tarea, que debía continuar luego por las tribus cercanas a Bahía Blanca, Carmen de Patagones
y al Oeste “más allá de Carhué”.
El proyecto fracasó, porque al morir Cipriano, su
hermano Juan José Catriel se negó rotundamente a perder la identidad
tradicional, haciéndoselo saber a los propios sacerdotes en mayo de 1875. Para
ese entonces, la misión truncada ya había obtenido entre sus logros una buena
cantidad de nativos hablando el castellano y otra gran masa bautizada.
Al quedar sin efecto el plan inicial entre los Catrieleros,
el Arzobispo Aneiros les propuso a Salvaire y Meister internarse en las
tolderías de Namuncurá para rescatar a cuatro cautivos. Para eso había que
viajar hacia el Oeste y llegar más allá de Carhué, donde Namuncurá poseía el
imperio de “Salinas Grandes”.
La situación era mas que propicia para la pretendida
conversión, pues de esta manera, se podría convencer personalmente al cacique
para que este les facilitara la tarea evangelizadora.
En el contexto descripto, Salvaire se preparó para
iniciar la marcha en Azul, avanzar por Olavarría, tomar el camino “de los
chilenos”, pasar por el fortín Arroyo Corto y detenerse en el Fuerte Lavalle (o
Sanquilcó), para luego internarse en el desierto unos días, hasta llegar a
Salinas Grandes.
EN CAMINO A SALINAS
Luego de partir desde Azul, a mediados de
septiembre, Salvaire escribía:
“Dominado,
pues, mi espíritu de sombríos presentimientos, salí del Azul el 16 del mes ppdo.,
acompañado por el indígena Miguel Thraipí, capitanejo de la tribu de Namuncurá,
el cuál regresaba de Buenos Aires en donde había sido mandado en comisión por
sus caciques para tratar con el Sup. Gobierno.
Este Thraipí llevaba también a
los toldos a una hija suya, llamada Lucía. Me acompañaban también el Alférez
Dn. Salvador Correa y unos cuantos hombres, cristianos los unos e indios los
otros”
Los
oscuros presentimientos de Salvaire estaban relacionados con la intranquilidad
de los nativos. Estos sabían desde hacía un tiempo que las fuerzas militares
querían apoderarse de Carhué, lugar estratégico en el que se estableció
Calfucurá y que luego de su muerte continuó ocupado por su hijo Namuncurá.
Por
otro lado, la escolta militar que debía llevar obligadamente, le haría temer a
los indios por un nuevo atropello y provocaría desconfianza, un sentimiento que
no lo iba a favorecer en nada para su pretendida misión en los toldos.
Lejos estaba de imaginarse el sacerdote que no sería
este el gran escollo que lo haría retornar desde Fuerte Lavalle al punto de
partida, sino otro de características brutales sufrido por uno de los
componentes de la comitiva que le desarticuló toda posibilidad de éxito con los
nativos.
Luego de salir de Azul, Salvaire y la comitiva se dirigieron hacia Nievas, donde cercano al arroyo del mismo nombre se encontraban los toldos catrieleros. Tuvieron allí una estadía prudencial y continuaron hacia Olavarría, donde llegaron el día 20, con el fin de completar las caballadas y tomar rumbo al Fuerte Lavalle, por el “camino de los chilenos”.
Durante este trayecto, que duró tres días, el
capitanejo Thraipí fue empeorando de una enfermedad que lo aquejaba y no pudo
completar todo el trayecto a caballo.
Llegados al Fuerte Lavalle, Salvaire fue recibido
por el comandante del lugar y puesto en conocimiento de que los nativos estaban
alterados, pues se habían enterado por los diarios de Buenos Aires que el
gobierno proyectaba invadirles Carhué.
La circunstancia hace que la permanencia en aquel
punto se haga más extensa. Mientras tanto, Thraipí iba mejorando su estado de
salud luego de haber descansado un par de días y solo se esperaba el
consentimiento del Coronel Levalle para continuar marchando hacia Salinas
Grandes.
En este panorama tenso, una embajada de Namuncurá se
hace presente en el Fuerte Blanca Grande para reclamr por la comisión científica-militar
que el gobierno mandaba hacia Carhué. Con el afán de tranquilizarlos, Levalle solicita
la presencia de Thraipí, que venía de
hacer gestiones en Buenos Aires, para que por con su propio relato los
interiorice sobre las intenciones reales.
El 25 de septiembre, el capitanejo emprende la
marcha rumbo al Fuerte Blanca Grande , con la intención de cumplir con la
misión encomendada.
Vale mencionar que mientras toda la comitiva
descansaba en un paraje cercano al lugar, entre ellas, la joven Lucía, quien al
marcharse su padre, quedó al cuidado del anciano Sandoval, el sacerdote
Salvaire dormía en una habitación dentro del Fuerte.
Salvaire desconfiaba de varios oficiales y soldados
de la guarnición y así se lo hacía saber a Monseñor Aneiros:
“Ya
he dicho que entre las personas que formaban parte de mi comitiva, venía el
capitanejo Thraipí, el cual llevaba consigo
a una hija suya llamada Lucía, joven persona como de 18 años. Desde
nuestra llegada en el Fuerte Lavalle, había notado ciertas familiaridades poco
decentes que hasta en mi presencia se permitían ciertos oficiales de la
guarnición con esta joven persona: de modo que me vi obligado a quejarme ante quién debía”.
Así fue que en la noche del 25 de septiembre, cuando
todos dormían, un soldado que dijo cumplir órdenes del comandante Gómez, condujo
a Sandoval y Lucía hasta el interior del Fuerte. Una vez allí, ambos fueron amenazados
con armas de fuego y separados, llevándose a la joven y dejando al anciano en
libertad. Este intentó dar aviso al comandante, pero un soldado que estaba
apostado en la puerta del jefe, le aplicó un fuerte culatazo con el rifle.
El final fue el previsible. Lucía secuestrada dentro
del fuerte, fue violada durante casi dos horas por varios soldados y oficiales
del ejército. Luego de esto escapó y llorando le contó lo sucedido al
sacerdote, quien a su vez lo puso a conocimiento de Monseñor Aneiros:
“
En caso de que se resistiera a sus brutales proyectos, algunos oficiales de la
guarnición, secundados de varios soldados, valiéndose de las fuerzas de las
armas, arrastraron a la infeliz indígena en el centro de la fortaleza, y
pisando bajo sus plantas infames toda delicadeza, y hasta el pudor natural, se
entregaron durante un par de horas a los mas ignomiosos atentados contra el
honor de dicha persona.
Me
repugna Ilmo Señor, entrar en los detalles de este bárbaro escándalo, y hasta
me ruboriza tener que mencionarlo”.
Por supuesto que este accionar deplorable de las
fuerzas militares dio por tierra con las intenciones evangelizadoras de
Salvaire y además puso en peligro las negociaciones de paz con los nativos, ya
que soldados y oficiales, habían sometido a todo tipo de vejámenes, nada menos,
que… ¡a la hija del emisario que Namuncurá había enviado para concretar la paz
!!!..
Así lo sintió el cura Salvaire:
“Más que una invasión de indios,
este crimen me hizo desistir de mi expedición a Salinas. ¡Como presentarme
delante del padre de la joven ultrajada y excusar un tamaño delito!. Y sabiendo
que el cacique Namuncurá tendría conocimiento del hecho ocurrido, ¡con que
frente iría yo a proponerle en nombre de Dios, en nombre de la civilización, el
aceptar el cristianismo, cuando me podía echar en cara que los cristianos
cometían crímenes de que ellos, infieles y salvajes, como les dicen, se
muestran incapaces!.
Regresé pues al Azul”.
No
se si a Salvaire le dolía más el ultraje o la consecuencia que el mismo tuvo
para su misión, pero lo real es que denunció el hecho a los cuatro vientos y
con gran bronca.
Primero
lo hizo con el Comandante Gómez del Fuerte Lavalle, pero para que la denuncia
no quedara en ese lugar solamente, se dirigió al Jefe de Frontera, el Coronel
Levalle, que se encontraba en Blanca Grande.
“Los misioneros han visto hasta hoy
todos sus esfuerzos frustrados; y, a más prevén que en un adelante, cuanto por
lo pasado, cuantos esfuerzos hagan quedarán igualmente infructuosos, porque los
malos y siempre mas malos ejemplos de la casi totalidad de los cristianos que
viven en las inmediaciones de los indios destruyen por una parte lo que por
otra intentan los misioneros establecer con sus instrucciones. Esta es Señor
Coronel la causa principal que inutilizar siempre todos los trabajos de los
misioneros”.
Cacique Manuel Namuncurá |
“Por
este motivo únicamente, Señor Coronel, me veo obligado a valerme del hecho
perpetrado en el Fuerte Lavalle en la noche del 25, como de una prueba muy
concluyente a favor de mi opinión: que dado el estado moral y social de la gran
parte de los cristianos que trata con los indios, es una ilusión esperar la
conversión de estos últimos al cristianismo y a la civilización…”
..“Pero
como yo, y mejor que yo sabe Ud, muy bien, Señor Coronel que este atentado no
es mas que uno de los innumerables crímenes, diré, diarios que se cometen en
estos parajes”.
Salvaire en realidad, dudaba del jefe del Fuerte
Lavalle, Comandante Gómez, pues hacía poco tiempo un grupo de mujeres
pertenecientes a la tribu de Juan José Catriel habían sido detenidas en el
mismo lugar durante 20 días y sometidas a todo tipo de abusos por los oficiales
y soldados.
El caso de Lucía, repetido hasta hoy
La violación de Lucía Thraipí sea, tal vez, la
primera cronología detallada que se puede obtener en documentos, referidos a un
suceso de este tipo en el Partido de Olavarría.
Sin ninguna duda, no fue el primero, ya que hicimos
referencia al grupo de mujeres de Catriel, pero si el que abrió las crónicas de
este tipo en nuestras tierras.
Al tratarse de una mujer nativa, ni siquiera mereció
una miserable línea en los diarios capitalinos, quedando la seguridad de que si
se hubiese tratado de una mujer cristiana, muchas serían las proclamas que se
hubiesen publicado en nombre del pudor.
El episodio sucedió hace 143 años atrás. ¿Usted cree
que algo cambió para las mujeres nativas?.... ¿usted cree que hoy están
protegidas jurídicamente y que los representantes de los Derechos Humanos las
tienen en cuenta?.....
Yo les puedo decir, rotundamente que no. Y para
afirmar esto, los invito a leer unos extractos este informe de nuestro siglo XXI (2011), que tiene
como título “LA “COSTUMBRE” DE VIOLAR NIÑAS WICHI” . Está escrito por Elena Corvalán, y surge como
consecuencia del abuso a una menor:
“La violación de mujeres aborígenes por
parte de criollos, pobres y ricos, es una vieja práctica de dominación en esta
región del país. Se remonta a la llegada de los españoles, y persiste en la
actualidad, ayudada por la pobreza y la marginación a las que han sido
sometidos los pueblos originarios.
El ataque a la niña wichi ocurrido en
febrero de 2011 en el pequeño pueblo de Santa Victoria Este está todavía siendo
objeto de investigación por parte del Poder Judicial de Salta. Hay un detenido
y más encausados. La nena recibió atención sicológica un par de veces pero
ahora está casi en el olvido y aún sufre las secuelas de la agresión perpetrada
por varios hombres”.
“Ni
bien la madre de la niña violada en febrero hizo la denuncia policial,
Francisco Pérez se acercó a acompañarla. La poca atención que recibieron de
parte de la Policía provincial y las constantes presiones de los implicados
(uno de ellos, pariente del intendente del pueblo) los llevó a denunciar que
las violaciones de niñas y adolescentes wichi son habituales en esta zona de
Santa Victoria Este, cabecera del departamento Rivadavia de la provincia de
Salta”.
Según Nélson Mandela: “Una nación no debe juzgarse por como trata a sus ciudadanos con mejor
posición, sino por como trata a los que tienen poco o nada”
Pregunto: ¿Alguién tiene menos que las personas de
nuestros pueblos originarios?...seguro que no…
El texto completo de las niñas Wichí, se puede leer siguiendo este vínculo:
http://v2.reflexionesmarginales.com/index.php/no-10/52-10-articulos/204-practicas-de-dominacion(Los comentarios del sacerdote Jorge Salvaire, fueron extraídos del libro "El padre Jorge María Salvaire y la familia Lazos de Villa Nueva", escrito por Juan Guillermo Durán )
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