sábado, 29 de septiembre de 2018

LOS INDIOS DE SERVICIO EN LA COLONIZACION POR PARTE DE ESPAÑA (O esclavos, para llamarlo por su nombre)

Walter Minor
walterhistorias@gmail,com

En los primeros tiempos de la conquista y la colonización de América, se introdujo la práctica de repartir indios para distintas labores.

Tal costumbre se prohibió por primera vez en 1549, reiterandola más tarde, hasta sancionarla en las Leyes de Indias. Sin embargo, ese trabajo sin contrato libre, fue mantenido para mitayos y yanaconas. 

Los mitayos eran los encomendados obligados a trabajar por períodos del año, mediante retribución. 
Los yanaconas eran los que sin responder a cacique alguno, ni formar parte de pueblo, habían sido repartidos como esclavos a los colonizadores. 

En el Libro VI, Título V, Ley VI de las Leyes de Indias, se dice de ellos, que "no tienen ni reconocen encomenderos".

La permisión del trabajo de mitayos y yanaconas, tendía, por una parte, a desarrollar la prosperidad de América y como lógica consecuencia el florecimiento de España y por otro lado, acostumbrar a los indios al trabajo metódico y productivo, al que tan refractarios se mostraban.

En Buenos Aires trataron de obligar a los indios al trabajo. Los peones empleados en las labores campestres y\en los servicios domésticos de la ciudad, eran los indios repartidos a los colonizadores. 

De los encomendados por Garay, pocos fueron los que permanecieron sujetos; la mayoría huyó volviendo a la vida libre. Del interior del territorio de la Provincia, comenzaron, sin embargo, a llegar a la ciudad nuevos grupos de indios, para someterse a los misioneros.

Los colonizadores, carentes de brazos para realizar las faenas del campo, los apresaban, obligandolos a que les prestaran servicio, y organizaban expediciones para recogerlos de tierra adentro. Pero el duro trato que les daba el español, provocaba frecuentes deserciones. 

La situación se complicó en 1604, con un levantamiento de los indios de servicio que terminó en una desbandada y se agravó en 1606 en que una gran epidemia - probablemente de viruela -, diezmó casi por completo los pocos que quedaban. El trastorno que esta crisis de brazos ocasionó a las faenas rurales fue tan grave y tanta la demanda, que los patrones de los pocos que quedaron, se dedicaron a alquilarlos a precios tan elevados, que el Cabildo intervino para poner coto al abuso.

Los indios tenían un representante español, llamado Protector do Naturales, encargado de defenderlos de los abusos que cometían con ellos los colonizadores.

Puesto que los indios pampeanos no rendían gran cosa y al menor descuido huían a sus tierras, se buscó remediar la situación trayendo indios de Tucumán, Chile y Perú. A las ventajas que se conseguían en el rendimiento del trabajo por ser tribus más laboriosas, se sumaba que el trasplante a suelo extraño aseguraba su permanencia. A principios del siglo XVII se inició la introducción, pero en 1605 el Protector denunció el hecho y llamó la atención a las autoridades de que no se les remuneraba.

No existieron en Buenos Aires encomiendas exclusivamente evangelizadoras. Todos los repartimientos buscaban el servicio personal, aunque no se les negara la enseñanza cristiana. Por eso los indios, que sabían que detrás de las apariencias de una política evangélica, les esperaba una vida de servidumbre y esclavitud, se resistían a ser catequizados.



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